Por: Dora Betancur, 48 años
Hace unos días vi una bolita en mi mama izquierda, vi como cambiaba y se hundía mi piel, realmente, no le presente mucha atención, ya que tiempo atrás, había consultado y la respuesta fue "es una bola de grasa, puede estar tranquila". Me olvidé del tema y no le presenté más atención, hasta el 15 de agosto que le enseñé a mi ginecóloga el seno y de inmediato me envió exámenes para el día siguiente.
El primer estudio fue una ecografía donde el radiólogo prácticamente me confirmaba con su expresión que era cáncer. En la noche llegó el resultado, claramente, ya estaba confirmado, yo sabía lo que pasaba, así que le compartí a mi familia, la cual, se negaba completamente hasta que llegara el resultado de la biopsia que se realizaría el 19 de agosto. Realmente, no fue sorpresa para mí cuando me dijeron que era positivo, ya me encontraba tranquila, el impacto de saber que era cáncer lo había enfrentado los tres primeros días, ahora, solo quería saber que seguía.
Escuchaba frecuentemente la palabra "catastróficar" de mi terapeuta, estado, en el que me senté muchas veces a lo largo de la vida, así que comencé a pensar ¿Qué quiero? ¿Cómo quiero manejar la situación? ¿Cómo quiero que me vean?, Tenía muchas opciones, autocompadecerme o enfrentar con amor y compasión la situación, así que finalmente decidí aceptar este gran maestro que vino a enseñarme con el deseo de aprender lo más que pueda de él, me sentí una elegida por Dios para abrirme al despertar, ver lo grande que tenemos desde las cosas más pequeñas y sin miedo a dejar la vida terrenal, con la plena consciencia que nadie es eterno y que de acá nos tenemos que ir todos.
Hoy, estoy tranquila, esperando y aprendiendo, eso creo, con la fe de que todo estará bien. Solo pido la protección y compañía de Dios y que me dé lo que realmente me convenga.
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