Veronica, 28 años
Creo que 2 o 3 meses o quien sabe realmente cuando comencé a sentir dolor, un dolor en él pecho, en el costado derecho; de ese tipo de dolor chistoso, que uno no sabe que es y que con él pasar del día y las actividades matutinas, se termina olvidando. Y entra esa manía de dejar cosas que tienen que ver con la salud para luego, evitando ir al médico. Así fue pasando el tiempo y lo seguí ignorando, lo normalicé y hasta lo hice parte de mi rutina.
Y era básicamente despertarse, bañarse, tomarse el cafecito antes de ir a trabajar y ¡bumm! Él dolor; ir en metro al trabajo, saludar, trabajar y ¡bumm!, antes de la reunión diaria en la oficina; almorzar, seguir trabajando y ¡buum! Otra vez… Y es que se iba y volvía, pero hubo un día que de verdad estaba haciendo mucho frío y me cansé de ignorarlo y pedí cita médica para la siguiente semana.
Fue un martes, la doctora me mando una ecografía mamaria para el siguiente día y claro en ese momento todo seguía super normal para mí. Fui a la ecografía, cosa que en la vida me había hecho y fue una situación muy extraña, ese líquido frío y la maquinita me pusieron nerviosa. Fue un examen de no más de 5 min, la chica que me lo realizo me comento que tenía un pequeño bulto y que pidiera cita con mi médico para que me leyera los resultados. Y estaba yo el 17 de junio, menos de una semana después de la ecografía en una sala de espera de la EPS esperando a mi cita médica; asustada y muerta de miedo por saber que me iban a decir, pensé en muchísimas cosas y más después de que me dijeron que tenía un bulto. Fueron exactamente 4 días en los que no dormí bien pensando en que tal vez por un descuido y no ir antes puedo tener algo malo y pudo avanzar y en esa maraña de dramas que me armé en la mente hasta pensé que pronto me moriría. Luego, casi de inmediato, me saqué a mí misma de esa historia y entendí que me tenía que calmar.
Era un quiste benigno de 2 milímetros y ha sido una de las experiencias más raras de mi vida, ni siquiera sabía que era eso, pero realmente es más común de lo que uno cree y es que muchas mujeres viven toda su vida con eso en múltiples tamaños, en algunas no hay cambios, pero en ocasiones puede convertirse en algo maligno o simplemente crecer mucho y doler.
A mí realmente toda esta situación me cambio, ya me preocupo más por las señales que me manda mi cuerpo, algún dolor persistente no es normal y es la forma en la cual el cuerpo nos avisa que algo está mal. Y no se trata de victimizarse, ni de darse golpes de pecho por cosas que tal vez no podemos controlar, a veces son los genes los que hacen que esas cosas pasen, a veces es la alimentación, a veces… a veces… Y es que pueden ser un millón de razones, pero a la final para que buscar un culpable o una explicación lógica para las situaciones a la que nos enfrentamos, simplemente, hay que seguir viviendo, seguir cuidándonos y no tomarnos absolutamente nada que tenga que ver con cambios de nuestro cuerpo a la ligera. En esta ocasión me toco solo un susto para empezar a prestarle más atención y tú, ¿para cuándo piensas empezar a prestarle más atención a tu cuerpo?