Desde que estaba pequeña siempre intentaba agradarle a los demás, y una manera de hacerlo era haciendo favores, diciendo siempre sí, me gustaba sentir que otras personas me necesitaban y se me olvidó lo más importante y era que decir no, es amarme a mi primero y no estaba mal, al revés para querer a otros necesitaba iniciar por mí.
Cuando crecí y entré a la universidad seguí pensando en los demás y cuando entré a mi primer trabajo, quería que me contratará, así que decidí decirle si a todo, y estaba dejando mis principales responsabilidades por ayudar a otros, pero se sentía bien, me gustaba saber que podía ser importante, que las personas me notaban, así que me recargaba laboralmente para seguir diciendo que si y poder seguir viviendo para satisfacer a los demás y así fueron pasando los años y mi vida estaba enfocada en hacer feliz a los demás.
Me gusta servir y lo hago con amor, pero no tenía límites, muchas veces priorizaba a los otros en vez de elegirme a mí y descubrí que me estaba haciendo daño, que tenía todo el derecho de decir no, si lo que me estaban pidiendo me obligaba hacer un sobre esfuerzo o si simplemente no quería hacerlo, entendí que el amor propio se trata de priorizar a la persona más importante , y esa soy yo, que la mi felicidad está en mis manos, decir no te ayuda a forjar carácter, y aunque parezca una pequeña palabra, un no, te puede acercarte más a tu felicidad y tranquilidad.
Con cariño Mónica Rivas